Medios internacionales han dado cuenta de uno de los mayores escándalos económicos en la historia de Uruguay. Se trata del caso de las “Vacas Virtuales”, que terminó siendo una multimillonaria estafa piramidal.
De acuerdo a lo que expone BBC, hace dos décadas una empresa llamada Conexión Ganadera surgió como una idea de inversión, con el objetivo de captar emprendedores en el rubro granjero. Llegaron a tener más de 4300 personas, entre Uruguay y Argentina.
La idea era simple, los involucrados entregaban un fondo millonario para que la empresa comprara vacas jóvenes. El ente además tenía la responsabilidad de hacerlas engordar y criarlas para su venta, por un valor mucho más alto que el de la primera adquisición.
Se ofreció hasta un 20% de rentabilidad, pero lo cierto es que, en el mayor de los casos, llegaron hasta el 11%. Aún así uno de los dueños, Pablo Carrasco, sostenía que el negocio era una ganancia segura.
Según el citado medio, en un inicio la empresa logró cumplir con los pagos, pero todo era ficticio. Recién en 2025 asumieron que no había dinero suficiente para cumplir con todos los inversores.
En el reporte se sostiene que los dineros en juego llegaban a los 400 millones de dólares, pero la empresa sólo mantenía activos por 150 millones de la moneda estadounidense. ¿Las vacas? nadie sabe dónde están.
El caso está siendo investigado en la justicia del país ‘rioplatense’, donde se sospecha que hubo un modelo de estafa piramidal, en el cual se cubrían los pagos de los primeros negociantes con dineros de quienes se sumaban al final.
Escándalo de las Vacas virtuales
“La única forma de mantener esto era que nueva gente diera plata para pagar los intereses y así no se caía el esquema”, expuso el abogado Leonardo Costa, uno de los involucrados en las demandas contra Conexión Ganadera.
Por lo pronto, se ha determinado que una parte muy pequeña, de los dineros invertidos fue destinada a la compra de vacas, también se dudó de la trazabilidad de los bovinos, la cual habría sido manipulada.
Se estima que gran parte de los fondos fueron desviados a paraísos fiscales y negocios particulares de los dos dueños: Carrasco y su compañero Gustavo Basso.
Tras descubrirse todo el caso en noviembre pasado, Basso cometió suicidio al estrellar su auto contra un muro en una carretera, cerca de Montevideo. Carrasco, por su lado, no tiene mayores respuestas.
“Hay dinero aparentemente en el exterior que también sería de los inversores y que no habría sido contemplado en el número inicial de activos”, expuso otro abogado, llamado Ignacio Durán.
Hasta ahora, el desfalco alcanzaría los 220 millones de dólares. La justicia en Uruguay sigue investigando.
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